La existencia por sí misma representa un acto de agradecimiento infinito
hacia nuestro creador, y en ese acto de gratitud me sumo una y otra vez por un
día más en este maravilloso y contradictorio universo.
Gracias a mi amigo personal, el Dr. Fernando R. Pietragalli, por tomarse
el tiempo y la paciencia de leer el borrador de la presente obra, por emitir
sus benévolos comentarios, justas opiniones, e invalorables sugerencias, y
principalmente por regalarnos un Prólogo magistral, el cual me es imposible
igualar. Por ello, y descontando que la humanidad encontrará en él a un gran
escritor, adhiero a sus ansias infinitas de utilizar ese don maravilloso de la
inteligencia y la palabra.
Muy especialmente, a mi editora, mi compañera de ruta, mi amiga y
confidente, mi bastón principal de mi vida, quien me sustenta con sus palabras
y atenciones, la que comparte alegrías, risas y tristezas, días e interminables
noches en vela, y quién con su infinita paciencia se digna inmerecidamente en
comprender este deseo de la escritura, colaborando más allá de lo imaginable,
para que pueda seguir persiguiendo inalcanzables quimeras. A ella le debo gran
parte de este deseo de escribir y que el mismo llegue a sus manos. Gracias
Lilia Stella Silva Moncada, por estar siempre a mi lado.
Y a ustedes, quienes son el alfa y omega de cada palabra escrita. Por
este tiempo que disponen para leer esta obra, infinitas gracias.
Horacio Marcelo Canteros